Adrià Machín Blog de autor

Viaje al Oeste – Análisis de Sun Wukong

V

Para estrenar esta sección me gustaría empezar con una obra que quizás no conocemos tanto en occidente. Podríamos denominarla como el Quijote chino. Viaje al Oeste es una de entre las cuatro grandes novelas clásicas chinas y en esencia, se trata de una vieja alegoría a la iluminación gracias al budismo. La historia se cuenta en unas 2000 páginas en función de la edición. Hablando claro, no es una obra que se lea en una semanita, sus páginas están densamente pobladas de simbolismo y personajes. Sin embargo, de entre los cientos de personajes que nos encontramos, uno de ellos destaca por encima del resto; Sun Wukong, el Hermoso Rey Mono.

Los 5 personajes principales, de izquierda a derecha el bonzo Sha (el ogro), Tripitaka, Bai Long Ma (el caballo), Zhu Bajie (el cerdo) y Sun Wukong (el mono).
Los 5 personajes principales, de izquierda a derecha el bonzo Sha (el ogro), Tripitaka, Bai Long Ma (el caballo), Zhu Bajie (el cerdo) y Sun Wukong (el mono).

¿No te suena su nombre? ¿Y si te dijera que Son Goku, el famoso protagonista de Dragon Ball está inspirado tanto en habilidades, apariencia y carácter al de Sun Wukong? Pero ahí no acaba la cosa, porque esto no es lo más sorprendente. Y es que Sun Wukong NO es protagonista de esta excelsa novela china.

El honor recae en el monje Xuanzang, más conocido como Tripitaka, y sin embargo, durante las primeras 300 páginas (eso son los 7 primeros capítulos del libro) ni siquiera se nos habla de que este monje exista. En esta entrada mi objetivo es resumir la historia de Sun Wukong y cubrir esos 7 divertidos primeros capítulos.


Nuestra historia empieza en la Montaña de las Flores y Frutos, un conjunto de diez islotes y tres islas que eran la morada de los Inmortales. Total, que en la cima de dicha montaña había una roca enorme. Por razones inexplicables la piedra se quedó embarazada y un día se abrió dando luz a un huevo de piedra del tamaño de un balón, dando a luz a (sí, supongo que lo habéis imaginado) a un monito de piedra. El mono (que tiene muy bueno modales) al poco de nacer se inclina ante los cuatro puntos cardinales activando sin querer unos potentísimos rayos láser al cielo desde los ojos.

Algo así no pasa inadvertido y causa un buen revuelo allá arriba en el Palacio de las Nubes de los Arcos de Oro, donde se encuentra el Emperador de Jade con sus ministros y su corte. El Emperador manda a investigar que diablos ha sido eso y al poco le informan que se trata de un mono de piedra, dejando el asunto zanjado. ¡CRASO ERROR, AMIGO! Pero sigamos.

El mono no tarda en descubrir a otros como él (excepto que no son de piedra) y un día deciden seguir el curso de su rio favorito para ver de donde surgía. Descubren que nacía en una portentosa catarata y algunos empiezan a decir:

-El que se atreva a cruzar esta impresionante cortina y vuelva será nuestro rey.

Así que para sorpresa de nadie, el mono de piedra salta y descubre que detrás hay una bonita caverna con un puente de hierro y una enorme mansión. Los monos no tardan en convertir la caverna en su hogar y el mono de piedra es coronado como el rey de los monos. Así de tranquilos viven durante 300 o 400 años cuando de repente el rey mono cae en la cuenta que un día morirá, así que marcándose un Gilgamesh, decide marchar de la montaña para encontrar una solución a su problema.

Nueve años y 2 continentes más tarde llenos de aventuras que no aportan mucho, el Rey de los Monos encuentra un sabio taoista en una cueva en lo alto de una montaña, y tras un interrogatorio, el sabio lo toma como discípulo. Este sabio también le da un nombre derivado de un montón de explicaciones y connotaciones religiosas, pero vamos, que ahora el mono de piedra (después de quizás 400 años de vida) tiene nombre: Sun Wukong, el Hermoso Rey de los Monos.

Pasan 7 años y el Patriarca Subodhi (el sabio taoista) le explica como volverse inmortal; 3 años más y Sun Wukong descubre que esto de la inmortalidad quizás no es lo que él creía ya que aparentemente el cielo no aprueba estos métodos de inmortalidad y envía 1 calamidad cada 500 años en un intento de acabar con aquellos que han alargado su vida de esta forma. Primero un rayo, luego les prende fuego y si eso no funciona, enviarán un viento tan fuerte que simplemente te desintegras. Wukong está claramente disconforme con esto así que le pide al Patriarca que le enseñe a evitarlo. De esta forma, nuestro hermoso Rey de los Monos aprende el Arte de la Multitud Terrestre, una magia que le permite transformarse en 72 cosas. Ah, y también le enseña a volar, porqué por que no.

Para sorpresa de nadie, dar increíble poderes cósmicos a un monete mágico de piedra más impulsivo que un resorte puede no ser la más brillante de las ideas, y tras unas cuantas gamberradas, el Patriarca se ve obligado a echarlo porque empieza a olerse que el mono es un bocas capaz de soltar los secretos entre sus discípulos. Así que Sun Wukong, ahora inmortal y tropecientos poderes vuelve a su hogar y descubre que los monos han sido perseguidos por el “Monstruoso Rey de los Desastres” para usarlos como sirvientes.

Sun Wukong y el monstruo luchan, Wukong gana gracias a sus nuevos poderes y devuelve a sus monos a la cueva. También se da cuenta que no tiene una arma a su altura, así que tras descubrir que bajo el puente de hierro discurre un rio que lo llevaría hasta el Palacio del Dragón del Océano Oriental se tira de cabeza. Después de rechazar todas las super armas que le ofrece el Rey Dragón y harto de que nada le plazca al mono caprichoso, le ofrece una barra de hierro mágico que marcaba la profundidad del Río Celeste. Sun Wukong la levanta y tras pedirle que se reduzca (cosa que la barra hace) el Rey Mono le pide al dragón ropas acorde a su nueva arma. Por cierto, el nombre oficial inscrito en uno de los extremos decía: “La complaciente barra de las puntas de oro, Peso: 13500 kilos.”

Llegados a este punto, el Rey Dragón convoca a sus 3 hermanos en busca de ayuda porque él no tiene ropa que ofrecerle y está aterrorizado ante el poder de la barra, ya que al parecer, un pequeño golpe con ella es prácticamente mortal; con tan solo tocarla la piel se desgarra y los músculos quedan reducidos a puros guiñapos. A toda prisa los dragones acceden a juntar unas piezas de armadura y tras conseguir lo que deseaba, Sun Wukong se larga a su casa.

Allí, impulsado por los otros monos Sun Wukong se hizo tan grande como una montaña, lo que asustó a los Reyes Monstruos de otras cuevas, quienes acudieron corriendo para formar una alianza que celebraron con una gran fiesta. Acabada esta, Sun Wukong se sentó bajo unos pinos y soñó que 2 enviados de Yama, el Rey del Inframundo, lo raptaban. Eso enfadó a Wukong, ya que al ser inmortal no debía ir allí, así que empieza a hacer uso de su barra para abrirse paso hasta el Palacio de la Oscuridad donde viven los Diez Reyes.

-Bueno, quizás ha habido un error, seguro que hay más gente en el mundo con tu nombre -dijeron los Reyes.
-Sí, claro, a ver dejadme mirar los registros -dijo Wukong- Y rapidito.

Así, cuando encuentra su nombre pide un pincel para tacharlo no sin antes tachar todos los nombres posibles de sus amigos monetes y marcharse como una diva muy contento. Quien no lo está tanto es el Emperador de Jade, que no para de recibir quejas acerca este Rey mono y sus muchos problemas. Lo primero que se le ocurre es arrastrarlo, pero el espíritu de Venus recomiendo ofrecerle un puesto en la burocracia celestial para tenerlo controlado. El Emperador da el visto bueno y envía al espíritu de Venus para ofrecerle un puesto, quien acepta.

Una vez arriba el Emperador le ofrece el puesto de Pi ma wen, el encargado de las caballerizas, algo que hincha de orgullo a Wukong. Así va bien la cosa durante una temporada hasta que a Wukong se le ocurre preguntar que tan importante es su cargo, a lo que le informan que se trata del cargo más bajo de toda la burocracia celestial. Como no puede ser de otra manera, muy ofendido destroza todos los establos, libera los caballos y renuncia al cargo volviendo a su querida montaña y decide ponerse él mismo el título de “Gran Sabio, Sosia del Cielo”.

Nada más enterarse el Emperador de Jade envía a dos guerreros para luchar que no resumiré ahora porque Wukong los destruye a ambos sin despeinarse. El Emperador, bastante enfadado llegados a este punto decide que Wukong debe ser ejecutado pero el espíritu de Venus, la única voz de la razón en toda esta locura, sugiere darle al mono cabezón lo que quiere, un título vacío para que deje de molestar.

Eso calma a Wukong, pero el intrusivo pensamiento del Emperador le dice que quizás en un futuro el mono puede aburrirse y destruir medio cielo en busca de entretenimient, así que el Emperador le ofrece un nuevo trabajo: vigilar el Jardín de los Melocotones de la Inmortalidad. Wukong está a tope con la idea pero no tarda en descubrir que cuidar un jardín de esas características sin comerse ni uno es imposible, así que bueno, ahora es doblemente inmortal.

Esta acción no tarda en revotarle, porque cuando 7 criadas inmortales entran en el Jardín para recoger los melocotones para el Festival de los Melocotones no encuentran ni uno solo. Así que Wukong, que estaba echándose un siesta en las ramas de un árbol decide paralizarlas con su magia y se transforma en un inmortal que había sido invitado al Festival, donde se cuela.

Allí el fuerte olor a vino lo distrae y de nuevo, sin pensar en las consecuencias de nada, decide robar el vino y tomárselo. Ah, el vino te hace inmortal también así que Wukong es ahora triplemente inmortal. Y muy borracho.

En su intento de escapar de todos esos problemas y encontrar un lugar en que pasar la resaca Wukong llega hasta al palacio de Lao Tze. Wukong no encuentra al sabio por ningún lado, pero sí encuentra su laboratorio alquímico, donde guarda las píldoras de la inmortalidad. ¿Qué hará Wukong ahora?

Pues se las come todas.

Así, Wukong, cuatro veces inmortal y bastante más sobrio empieza a darse cuenta que quizás la ha cagado y decide bajar a su montaña. Lo que no sabe es que en el cielo se están pispando del desastre. Uno a uno, los afectados de sus actos impulsivos empiezan a presentar quejas al Emperador. Este, harto del mono, envía casi todo el ejercito celeste en busca y captura de Wukong.

Obviamente Wukong apaliza a todo el ejercito. Total, que para intentar parar al maldito mono se les ocurre mandar a Erlang, un poderoso dios bala perdida que no juega con las reglas del Emperador de Jade. Batallan, se metamorfosean en muchos animales mientras van escapando uno del otro pero al final Lao Tze atrapa a Wukong con un lazo de diamante.

Wukong es llevado a la cámara de ejecuciones de monstruos, pero obviamente, al ser inmortal, ningún arma parece afectarlo. El Emperador de Jade empieza a desesperarse, pero Lao Tze sugiere cocerlo en su brasero de ocho trigramas durante 49 días. Eso debería separar todo el elixir de la inmortalidad que ha ingerido de su cuerpo, y por tanto, matarlo.

Dicho y hecho, meten al mono, pasan 49 días y BUM, Sun Wukong sigue vivo. La única diferencia es que ahora sus ojos se han vuelto rojos gracias al humo del brasero.

El Emperador de Jade ahora superado por la situación decide pedir ayuda al mismísimo Buda. Junto a dos aprendices, Buda va a tratar a Sun Wukong, quien se encuentra luchando con 36 dioses del trueno al mismo tiempo. El caso es que Buda pregunta a Wukong que quiere, y este le dice algo más o menos así:

-¿Sabes lo que estaría realmente bien? Creo que hoy se ha quedado un buen día para destronar al Emperador de Jade. ¿A que sería divertido?

Y Buda responde:

-Ajá, mira, hagamos una apuesta, ¿qué te parece? Si puedes saltar de la palma de mi mano creeré que estás capacitado para a gobernar el cielo en lugar del Emperador de Jade.

Sun Wukong salta a su mano y acto seguido sale disparado hacia el cielo hasta llegar al borde del mismísimo universo. donde encuentra 5 pilares soportando el cielo. Puede que Viaje al Oeste sea una novela viejísima, pero lo que decide hacer Wukong ahora nos indica que las personas no hemos cambiado tanto en unos pocos siglos.

Así que Wukong ve los pilares y obviamente, decide dejar un grafiti diciendo: El “Gran Sabio Sosia del Cielo Sun Wukong estuvo aquí”. Ah, y para asegurarse del todo, también echó una meadita. Hecho esto, Wukong vuelve a la palma de la mano de Buda y empieza a pavonearse de como ha llegado hasta el fin del universo. Y Buda, con una sonrisilla que no augura nada bueno responde:

-Estás seguro? Verás, uno de los beneficios de la iluminación es que soy uno con todo, y no es una hipérbole.

Así que le enseña su mano y Wukong ve en uno de los dedos de Buda su grafiti y un ligero aroma a orín. Resulta que todo el universo es la palma de la mano de Buda. Increíble, ¿eh?

Wukong se asusta mucho y decide escapar, pero Buda es muy Buda y atrapa al mono mágico bajo una enorme montaña. Montaña que a su vez también es su mano. Wukong debería poder escapar de ahí sin muchos problemas, pero claro, Buda es más rápido y pone un sello mágico en la cima de la montaña.

Y aquí se acaba la historia de Sun Wukong, donde tendrá que esperar 500 largos años atrapado hasta que lo rescatan para una nueva e increíble aventura, un viaje al oeste.


¿Qué os ha parecido? Sun Wukong es un personaje fascinante. El hecho de que a día de hoy, cinco siglos después podamos inspirarnos y analizar comportamientos de un personaje como él es increíble. Podemos ver un arco de personaje definido y es sorprendente como la construcción de Wukong se puede extrapolar a muchas técnicas actuales para la creación de personajes.

Tiene defectos, es divertido y arrogante, se preocupa por lo que a él le interesa pero al final aprende y por tanto, completa su arco. Fascinante. ¿Qué piensas de todo esto? ¿Qué te parecen las aventuras del Hermoso Rey de los Monos?

¡Nos vemos!

Sobre el autor

Adrià Machín

Soy un escritor en ciernes con ganas de compartir mis experiencias. Me gusta escribir fantasía y ciencia ficción.

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